Tuesday, December 25, 2007

¿como son las hadas?

DESCRIPCIÓN FÍSICA DE LAS HADAS
Generalizar en una descripción que aúne a muchos seres siempre conduce a un gran error. Decir que los hombres soló piensan en lo mismo, las mujeres conducen mal, los andaluces son catetos, los catalanes agarrados, los madrileños unos chulos (y podéis añadir lo que se os ocurra), no es más que una sarta de disparates. Incluso aunque uno de esos seres cumpliera la condición que le asignamos, y aunque coincidieran dos, y aunque generalmente se cumpliera, cada afirmación no deja de ser un tópico. (...) Temo decir que generalizaré en este capítulo, pero apoyándome en los rasgos más genéricos. Aquellas características que sean excluyentes y considere que no se cumplen en todas o en la mayoría de las hadas, las dejaré para cuando hable de ellas de modo individual.
Creo que no me equivoco demasiado si juzgo como primer rasgo común que las hadas son seres femeninos. Es cierto que su naturaleza no es tan estable o tangible como la del hombre, por lo que escojo el término de “espíritu femenino” para designarlas. En las hadas, a diferencia de los hombres, no podemos hablar de tamaños, edades o estatura, sino de aspecto.
Una de sus características más nombradas es la capacidad que tienen de cambiar de apariencia. Normalmente suelen elegir para presentarse la apariencia humana, y es bajo esta figura cuando protagonizan las historias de amor con mortales, aunque también pueden adoptar aspecto animal o vegetal. Las mujeres del río pueden convertirse en pez o medio-pez, las selkies en focas, o Melusina en serpiente. Otras, sin embargo, prefieren las plantas, convirtiéndose en flores y árboles.
Algunas teorías insisten en que no son ellas las que eligen poder cambiar de apariencia, sino que es nuestra mirada la que hace que las veamos de un modo u otro. No estoy de acuerdo con esta postura, puesto que si nos apoyamos en los relatos, comprobamos cómo en la mayoría de los casos son ellas las que en un momento concreto eligen su aspecto para darle una lección a los hombres o burlarse de ellos.
Relatos de distintas culturas coinciden en contar la historia de dos hermanas, una de buen corazón y otra sin sentimientos, que por cualquier motivo se ven envueltas en una aventura. Se les aparece un hada o un ser mágico y la buena reacciona de forma generosa y por ello es recompensada, mientras que la mala se muestra injusta y desprecia a este ser, siendo castigada. Uno de los autores que han tratado este tema en sus relatos fue Perrault, en su cuento Las Hadas. Su versión es una más entre las que hay, pero elijo para resumir la suya porque es la más conocida. Lo que viene a continuación es una variación mía de su relato, pero os aconsejo leer el de Perrault. Siempre hay que leer al maestro.
Érase una vez una viuda que tenía dos hijas, tan diferentes entre sí que nadie diría que eran hermanas. De la más pequeña decían los que la conocían que era el vivo retrato de su padre, generosa y obediente, y más dulce que un terrón de azúcar. La mayor no podía negar que era digna hija de su madre, siempre con el ceño fruncido y de mal humor. Egoísta, altanera, creía que se lo merecía todo, y así le fue.
Cada día, muy de mañana, la hija menor se levantaba temprano, cogía su cántaro e iba a por agua a la fuente. La pobre nunca se quejaba, aunque tenía que andar más de media legua de camino para llegar.
Uno de esos días, cuando ya había llenado el cántaro y se volvía a casa, se le acercó una anciana que le pidió de beber:
- Tome, señora, beba usted cuanto quiera, que ahora yo lo lleno de nuevo.
Y la anciana bebió.
- Veo que además de hermosa tienes buen corazón. Te concedo un deseo: cada vez que pronuncies una palabra, de tu boca saldrán diamentes y piedras preciosas.
Pero la mujer no era una mujer cualquiera, era un hada disfrazada que quería conocer los verdaderos sentimientos de la joven.
La niña volvió muy contenta a casa, y nada más llegar le contó a la madre lo que le había ocurrido. Las piedras preciosas brotaban de su boca ante el asombro de su madre. Le faltó poco tiempo a la madre para llamar a la otra hija y decirle:
- ¿Has visto a tu hermana? Ya puedes ir a la fuente a por agua, y si una vieja te pide agua se la das amablemente.
- Pero, mamá, ¿me vas a obligar a que vaya hasta la fuente, con lo lejos que está y lo cansada que estoy?
Pero la madre no cedía, y refunfuñando la hermana mayor despreció el cántaro de barro de su hermana y, muy peripuesta, llevó consigo el más hermoso jarro de plata de la casa.
Llegó a la fuente, llenó el cántaro y una hermosa señora, elegantemente vestida, se le acercó a pedirle un poco de agua.
- ¿Qué pasa, que no sabes cogerla tú con tus propias manos? ¿qué te has creído, que a mí no me cansa? Déjame, que estoy esperando a otra persona.
- Ahora sé lo que en verdad hay en tu corazón, cada vez que hables de tu boca saldrán sapos y culebras.
Y volvió a su casa. La madre le preguntó que qué tal le había ido y ella, entonces, comenzó a decirle que había visto a una hermosa mujer, pero su madre no pudo terminar de oír la historia del asco que le provocaban los bichos saliendo de su boca.
- Tú tienes la culpa de lo que le ha pasado a tu hermana - le dijo a la hija menor, mientras se le acercaba con la mano levantada. La niña tenía tanto miedo de que le pegaran que salió huyendo de la casa. Se adentró en el bosque llorando, se sentía muy sola y triste. A su espalda escuchó el relinchó de un caballo.
- ¿Por qué lloras, hermosa niña? ¿Tú crees que es justo que unos ojos tan bonitos sufran de ese modo?
Y vio que se acercaba un hermoso príncipe que iba camino de su castillo, y éste le pidió que le contara su historia. A medida que la niña iba contando su aventura, el joven príncipe se iba enamorando de ella. Le gustaba su hermosura, pero más apreciaba la dulzura de sus palabras, la nobleza de sus gestos, y además podía estar seguro de una cosa, tenía buen corazón. Y cuando ella terminó su aventura, la montó en su caballo y se la llevó con él a palacio. Y dicen por ahí que siempre fueron felices.
Este relato nos viene a demostrar dos ideas, que las hadas pueden elegir la apariencia bajo la que se muestran y que recompensan los buenos actos.
Es cierto que en ocasiones no son ellas las que eligen su aspecto, sino que es un ser con más poder que ellas, un brujo o una bruja, quien lo elige. El caso más conocido es el de Melusina, que por culpa de un maleficio estaba condenada a convertirse los sábados en serpiente. Pero la historia de Melusina también os la contaré más adelante.
Como ya mencioné anteriormente, algunos mantienen que las hadas no son las que cambian, sino que es nuestro pensamiento el que las hace cambiar de forma. Son como las imaginamos, las vemos como queremos que sean.
Yo prefiero pensar que son espíritus traviesos y burlones contra la seriedad humana, y si cambian de forma es para desmitificar la supuesta realidad en la que tanto cree el hombre. Algunas hadas, como las Lamias, se caracterizan por su espíritu de negación, dicen sí cuando quieren decir no, y no cuando quieren decir sí, y así lo hacen todo. Basta que creas algo para que ellas te demuestren lo contrario. Pienso que es su traviesa forma de ser la que las hace cambiar de tamaño. Si no me creen, pregunten a un niño, ¿es divertido disfrazarse, hacerse invisible, jugar con los mayores a que crean lo que no es? Pues para ellas también es divertido, y por eso juegan.
Respecto al cambio de apariencia, otros relatos demuestran que vemos lo que ellas quieren que veamos, y no al revés.
Dicen que hace muchos años, una comadrona dormía tranquila en su cama cuando dos hombres entraron en su casa precipitadamente. Todo fue tan rápido que la mujer no supo cómo reaccionar. Más tarde contaría que la agarraron de pronto, y sin preguntarle nada la sacaron de la casa. Le taparon los ojos y la montaron en un carro. Notó cómo se detenían y la obligaban a salir. Cuando le quitaron las vendas estaban en una habitación enorme, muy lujosa, donde descansaba una señora vestida de blanco, bellísima, que estaba dando a luz. De pronto sintió una presión en sus ojos, alguien le untaba algo y la casa se convirtió en un cuartucho sucio y pobre. La mujer estaba tan sorprendida que pensó que había visto visiones, probablemente por haber llevado tanto tiempo los ojos cerrados. Ya sabemos que cuando se pasa mucho tiempo en la oscuridad, los ojos tardan en acostumbrarse a la luz y no vemos bien durante un rato. La comadrona conocía muy bien su deber y se puso manos a la obra. Minutos después un hermoso niño lloraba en sus brazos. Luego se lavó las manos y con la mano derecha húmeda se frotó el ojo. De nuevo unas manos le vendaron los ojos y la devolvieron a su casa.
Una mañana, en el mercado, vio a uno de los hombres que la llevaron a esa casa:
- ¿Cómo está el niño, está muy hermoso?
El hombre le miraba con ojos atónitos.
- ¿Con qué ojo me ves?
Sorprendida por la pregunta cerró los ojos de forma alternativa, hasta que se dio cuenta de que era el derecho.
- Con el derecho.
El hombre le metió el dedo en el ojo y ya nunca más lo volvió a ver.
Según afirman, el cambio de apariencia les supone un notable esfuerzo, un importante consumo de energía, por lo que si adoptan el tamaño de un ser grande no lo pueden mantener mucho tiempo. Éste es el motivo de que la mayoría de las hadas, si tienen que cambiar de forma, prefieran un cuerpo pequeño. Aunque no todas tienen esta cualidad, algunas son tan pequeñas que no pueden cambiar de tamaño.
En relación con su apariencia física, independientemente de que sean grandes o pequeñas, suelen tener algunos rasgos delatores. Dicen que cuando adoptan la forma humana, siempre tienen algún rasgo exagerado o deformado que las descubre. El más conocido son sus orejas puntiagudas, como recordamos en Campanilla. Otros son sus pies, a veces de cabra; o los pechos, normalmente muy largos y colgantes; o la espalda, totalmente hueca. En la descripción de las hadas suele ser muy común la referencia a su largo cabello rubio que cumple una doble función, además de resaltar su belleza oculta este rasgo deforme. Las Aguane, por ejemplo, tienen los pies al revés, las Vile yugoslavas tienen pies de cabra, las Mujeres del Río tienen los pechos tan largos y deformes que se los echan a la espalda y los tapan con los cabellos, y de las Lamias dicen que pueden tener pies de cabra o de oca.
En muchas hadas, aunque no es un rasgo común a todas ellas, se pueden descubrir dos pares de alas en su espalda, el segundo más pequeño, que no usan para volar. Al ser seres etéreos el pensamiento les puede servir para desplazarse o volar, sin necesidad de un miembro destinado a ello. También se habla de que las suele envolver un halo luminoso. Si recordamos la versión de Disney, Campanilla siempre está rodeada de un halo luminoso, una especie de polvo dorado, que es el que permite que pueda volar. Cuando la perra Nana no puede volar, espolvorea al animal hasta que éste empieza a elevarse.
Respecto a su materia, además de cambiante, es espiritual, etérea, por lo que la mayoría de las veces son invisibles al ojo humano. Prefiero decir invisibles sólo al ojo humano porque parece ser que los animales, con los sentidos más agudos que los nuestros, como la vista, oído y olfato, parece ser que sí notan su presencia. Tienen la capacidad de hacerse a su antojo invisibles y visibles al ojo humano, por eso es tan difícil verlas. En un bosque, por ejemplo, puede ser que veamos una dríade, un ser con apariencia de mujer y de pronto desaparece esa imagen y sólo escuchamos el rumor de unas hojas, y nuestra razón se encarga de informarnos de que era el viento. Pero no, puede ser que no nos hubiéramos equivocado, y en realidad fuera una dríade que se volvió invisible y sólo nos quedó el rumor de las hojas. Es comprensible que muchas personas no crean en las hadas, porque son cambiantes, casi invisibles, y juegan con nosotros. Algunos mortales tienen capacidad para verlas: los nacidos en domingo, aquéllos con sensibilidad especial y los poseedores de un talismán élfico. Y, sin duda, también es más fácil verlas si crees en ellas, porque si no tu razón tratará de buscar una explicación convincente.
Entre sus rasgos también poseen facultades mágicas. Pueden ayudar a los hombres, beneficiarlos, o pueden hacerles daño con sus poderes. Como veremos más adelante, una Seligen puede convertir una flecha en plastilina, si con eso consigue que un hombre no mate a un animal; una Anjana puede convertirse en fuego para escarmentar a un hombre malo, o una Rusalki puede atraer a un hombre con sus poderes para ahogarlo.
Entre otras facultades conocen los poderes de las plantas, hablan con los animales, pueden trabajar más rápido que los hombres sin esfuerzo y, muchas veces, usan sus tremendos poderes para hacer que los hombres se obsesionen con ellas hasta la muerte

Sunday, December 23, 2007

EL Mundo De Las Hadas

Este blog lo hice porque hay algo que ultimamente me esta fascinando, que es el mundo de estos seres magicos.
No es solo la cuestion de creer si existen o no, sino de conocer un mundo magico, de esas historias que alegran la imaginacion de cada uno.

En este blog, buscare las mejores historias, datos sobre hadas, las fotos mas lindas, y toda clase de opiniones.
Espero que disfruten.